Cuando leemos la historia de Natán vemos un profeta y siervo leal y seguro de lo que era seguir las normas y hacer lo correcto ante Dios. No era fácil su trabajo, decirle a un rey poderoso, ex pastor, ex soldado, ex visionario que estaba haciendo lo incorrecto era de valientes.
Aún asi y conociendo las repercusiones que pudiera acarrear sus palabras, hizo lo que Dios le dijo. Todos necesitamos un Natán que nos diga la verdad de frente, sin hipocresía, que nos recuerde lo errado de nuestro camino en algún momento.
Es necesario para re encontrar la comunión que se perdió en nuestra ceguera. Dios siempre enviará un Natán que nos vuelva a llevar a la bendición de la obediencia.
Abrazo, Pastor Julio Labrador.