Dice la palabra que en cierto momento Jesús lloró, describe sus lágrimas como gotas de sangre. Tal momento le precedió un pesar y tristeza muy grandes. Casi la frustración de ver que la humanidad no entendia su sacrificio y propósito.
Llorar en la mayoria de las veces está ligado a momentos de profunda tristeza, desesperanza, pérdida de fé y límite de opciones en nuestro razonamiento humano sobre cualquier situación.
Aunque a veces lloramos de alegría, las lágrimas expresan lo más puro de nuestro sentir en ese momento. Nuestro Salvador conoce a la perfección esas lágrimas y lo que queremos expresar con ellas, no es malo llorar, hay momentos donde será lo mejor.
Recordemos que Jesús lloró, de seguro sabe lo que necesitamos cuando no nos salgan las palabras, nuestro espíritu gime, pero Él sabrà consolarnos como solo Él sabe.
Confía, Dios hará. Pastor Julio Labrador.
